No es lo mismo jugar solo que en familia. Por eso, de cara a las fechas del año en que se regalan más tonterías por kilómetro cuadrado en el mundo, te proponemos por contra, darles tiempo y diversión. ¿Cómo?, compartiendo con ellos un tablero, unas buenas risas y momentos de conexión real entre todos.
Los más pequeños solo quieren estar a vuestro lado, son felices sentados en vuestras rodillas, ¡podéis hacer equipo con ellos y que muevan las fichas, por ejemplo. A partir de los cinco años, más o menos, descubriréis que vuestra hija es toda una estratega perfectamente capaz de idear tácticas para ganarte al Hundir los barcos, ¿cómo?, hundiendo, de toda la vida. Vigila tu ego a partir de entonces porque tu sobrino será capaz de dejarte sin fichas de parchís así, en dos tiradas de seis. Cultiva la paciencia, adivina pintando, regálales tu tiempo y saborea la alegría de compartir equipo, hacer la revancha, sentir el orgullo de que tu peque te gane a cualquier cosa. Que el alumno supere al maestro siempre es una buena noticia.
Foto: Pixabay